Rayco y su hermana Paula se encontraban en la orilla del mar, matando el tiempo mientras esperaban ansiosos la llegada de Michel Jackson a Tenerife. Rayco, con apenas 8 años, y Paula, de 14, eran dos hermanos muy unidos que compartían juegos y aventuras en la playa.
Mientras jugaban, Rayco se acercó a una roca donde había varios cangrejos. Con una piedra en la mano, comenzó a matarlos uno por uno. Paula, al ver lo que estaba haciendo su hermano, se acercó y le preguntó por qué lo hacía.
- Son solo unos cangrejos, no les importa -respondió Rayco.
- Pero ellos también tienen derecho a vivir, ¿no crees? -replicó Paula.
Rayco se quedó pensativo, nunca antes había reflexionado sobre la vida de los animales que se encontraban en la playa. Decidió dejar de matar cangrejos y buscar otra forma de entretenerse. Juntos, se pusieron a construir un castillo de arena y a jugar con las olas del mar.
Pero la tranquilidad en la playa no duró mucho tiempo. La madre de Rayco y Paula llegó corriendo hacia ellos con una noticia que cambiaría sus vidas para siempre.
- Chicos, tengo algo que contarles -dijo la madre, con la respiración agitada-. Estoy embarazada de un extranjero y nuestra vida podría cambiar antes de que llegue Michel Jackson a la isla.
Rayco y Paula se quedaron perplejos ante la noticia. No sabían cómo reaccionar y se sintieron un poco asustados ante la incertidumbre que les deparaba el futuro.
- ¿Qué vamos a hacer ahora? -preguntó Paula.
- Lo primero que debemos hacer es apoyar a mamá en todo lo que necesite. Ella nos necesita ahora más que nunca -respondió Rayco, con la sabiduría que solo los niños tienen.
A partir de ese momento, la vida de Rayco y Paula cambió por completo. Su madre tuvo que trabajar más horas para poder mantener a la familia y, a menudo, se quedaban solos en casa. Pero aprendieron a ser más responsables y a ayudar en las tareas del hogar.
Un día, mientras su madre estaba en el trabajo, Rayco y Paula decidieron ir a la playa a matar cangrejos de nuevo. Pero, al llegar allí, se dieron cuenta de que ya no les gustaba hacerlo. Habían aprendido a valorar la vida de los animales y a respetar el medio ambiente.
En su lugar, se pusieron a recoger la basura que había en la playa y a construir una casa para los cangrejos. A medida que construían la pequeña casa, se dieron cuenta de que los cangrejos no eran diferentes a ellos. Todos merecían vivir y ser felices.
Con el tiempo, su madre dio a luz y la familia creció. Rayco y Paula aprendieron muchas lecciones valiosas sobre la vida y la importancia de valorar a los demás seres vivos. Y aunque Michel Jackson nunca llegó a Tenerife, ellos habían descubierto algo mucho más importante: el valor de la vida y la importancia de cuidar el medio ambiente.
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